Pero el miedo también puede responder a una valoración racional de un peligro. Lo difícil es distinguir la paranoia del temor sensato. De lo que podemos estar seguros es de que los temores colectivos, racionales o no, acaban encontrando su reflejo en el arte: las películas de monstruos de los años treinta y primera mitad de los cuarenta serían inconcebibles sin el auge del nazismo y la amenaza bélica; tampoco es casual que poco después de 1945 las películas de miedo más populares fueran las de Abbott y Costello, el alivio que produce reírse del propio miedo una vez que la amenaza parece haber pasado… Mi nuevo artículo en La Marea.
Fotografía de la exposición El miedo, ¿un sentimiento alemán?