Un momento para respirar (33) Votos de sangre

Alberto Núñez Feijóo en el Congreso, durante su intervención en la sesión de control al Gobierno. MARISCAL / EFE

17 de mayo

Intento ver una película de vampiros de Kathryn Bigelow, insoportablemente sobreactuada. A cualquier película o novela de género se le aceptan ciertas convenciones, pero el conjunto se vuelve indigesto cuando a la convención –el joven que se enamora de la vampira y esta le muerde y convierte– se añade el cliché –la joven se contonea a la luz de una farola como en los momentos más ridículos de cualquier obra de soft porn–. Solo aguanto hasta el momento en el que un vampiro chulo para el coche de unas chicas y las invita a una copa mientras masca chicle con la boca abierta y hace gestos tan babosos que cualquier mujer huiría espantada; pero ellas lo acogen con grititos de alegría.

Paso a ver otra de vampiros, Solo los amantes sobreviven, de Jim Jarmusch. Cuando la vampira Fibonacci, el personaje encarnado por Tilda Swinton, está haciendo la maleta para entretenerse durante dos vuelos –nocturnos, por supuesto–, mete en ella varios libros. Detengo la imagen para ver el autor de uno de ellos, que contiene poemas en español: Campoamor. ¿En serio? Una vampira que se precie va a leer a Campoamor? ¿Quién puede leer hoy poemas de Campoamor?

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Un momento para respirar (32) ¿Y si un libro costase lo mismo que un aspirador?

TOM HERMAN/UNSPLASH

14 de mayo

En el libro se encarna una forma muy particular y contradictoria de fetichismo de la mercancía: se le concede (o concedía) un elevado valor simbólico pero muy escaso valor de cambio –el oro y los iPhones tienen ambos, el acero solo el segundo–. Pero que tenga poco valor de cambio, en nuestra sociedad tan mercantilizada, acaba afectando a su valor simbólico, cada vez más por debajo del que tienen el cine, la música y, por supuesto, el fútbol, que mueven mucho más dinero. (Por eso el espacio que conceden los medios a la literatura decrece progresivamente).

Cuando vivía en Alemania, escuché al escritor y traductor alemán Hans Wollschläger decir que un libro debería costar al menos tanto como un aspirador, revelando, quizá sin proponérselo, esa contradicción. Si le hiciésemos caso, sin duda concederíamos mucho más valor a la literatura, potenciaríamos el uso de las bibliotecas públicas, reduciríamos el consumo de papel y aliviaríamos los dolores de espalda de los libreros causado por el trajín con tantas cajas. Y, de paso, quizá contribuiríamos a acabar con la «literatura basura», porque por un precio tan elevado te pensarías mucho comprar un libro que se limita a entretenerte un rato en lugar de otro al que podrías regresar en varias ocasiones. Tampoco compraríamos un aspirador, por potente que fuera, que solo pudiésemos usar en una ocasión.

Si un día me encuentro con el ministro de Cultura, le voy a proponer que se mantenga el precio fijo del libro, pero con un límite inferior igual al de un aspirador de gama media, aunque con coste subvencionado para las bibliotecas. Seguro que le va a interesar la propuesta.

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Un momento para respirar (31) Deseo de ser un forajido

Marcha de protesta contra la ampliación del museo Guggenheim en la reserva natural de Urdaibai. VINCENT WEST / REUTERS

4 de mayo

En sus Ensoñaciones del paseante solitario, Rousseau escribió una idea a la que merece la pena darle vueltas: «Nunca pensé que la libertad del hombre consistiera en hacer lo que desea, sino en no hacer lo que no desea». Claro que ambas concepciones de la libertad no son excluyentes y, de hecho, deben ir juntas, pero, como la libertad absoluta no es posible en ninguna sociedad, sí es importante saber en cuál de ellas se hace hincapié. El respeto a la libertad ajena parece más garantizado en la segunda versión; en la primera nos acercamos más al anarcocapitalismo en el que el deseo del individuo tiene primacía sobre el bienestar de los demás.

Hace años una mujer muy joven me dijo –no recuerdo del contexto más que estaba cenando con un grupo de personas en Senegal, a donde fui como intérprete voluntario para Amnistía Internacional–: «Ah, hacerse mayor es esto: saber lo que quieres». En aquel momento perdí la oportunidad de responderle que no, que hacerse mayor, en el mejor de los casos, es saber lo que no quieres y no hacerlo.

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Un momento para respirar (30) La mejor obra de Margaret Thatcher

Margaret Thatcher en una convención del Partido Conservador británico en 1977. REUTERS

30 de abril

Se cumplen 50 años desde que salió Wish you were here. Yo aún estaba en el instituto. Recuerdo aquella época sin nostalgia alguna, al contrario, con el malestar de quien desperdició un tiempo que podría haber sido hermoso y de quien no supo sentirse a gusto en la vida. Aun hoy no sabría cómo explicar por qué. Música como la de Pink Floyd fue mi insuficiente refugio. Hago mi pequeña conmemoración privada escuchando el CD The Dark Side of the Moon, que siempre fue mi preferido entre los LPs del grupo y es el único que tengo en soporte físico. Quizá esta necesidad del objeto y el tacto para un rito define la generación a la que pertenezco.

¿Nos acordaremos en unos años del día del apagón? Para aquellos a quienes nos pilló en casa no ha sido un acontecimiento tan notorio, salvo por la preocupación que podamos haber sentido por otras personas. No conseguí hablar con mi madre hasta la mañana siguiente, pero suponía que estaría bien: seguro que estaba en casa a esas horas y es una mujer de recursos.

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Un momento para respirar (29) Las huellas de la violencia

Palestinos desplazados inspeccionan los daños sufridos en la escuela de Yaffa tras un ataque aéreo israelí. HAITHAM IMAD / EFE

22 de abril

(…) Pero es otra cosa la que me tiene fascinado. Hace casi veinte años salió a la luz la llamada «Maleta mexicana». La maleta contenía más de 4.000 negativos de fotografías tomadas por Gerda Taro y Endre Friedmann (los nombres ocultos bajo el seudónimo conjunto Robert Capa) y David Seymour, Chim, otro de los fundadores de Magnum, durante la Guerra Civil española. Los negativos estuvieron desaparecidos durante varias décadas y no se recuperaron hasta la primera de este siglo. A finales de 1936 y principios de 1937 discurría muy cerca de nuestra actual casa uno de los frentes de lucha contra los rebeldes franquistas, el frente de Lekeitio, y Chim vino a fotografiarlo. Una de sus fotos muestra una misa de campaña delante de un caserío de nuestro barrio, bajo la ikurriña de la Compañía Txorierri.

¿Por qué se me pone la carne de gallina al leerlo y contemplar la imagen?

¿Porque sé que muchas de las personas fotografiadas murieron días después luchando contra el fascismo? Sí, pero hay algo más: en ese momento siento algo que he dicho muchas veces desde que publiqué Vibración: todo lugar está atravesado por la historia, es decir, cualquier suelo que pises guarda una memoria de violencias, y puede que nosotros la hayamos olvidado, pero hay una vibración –entendida en sentido metafórico, no esotérico–, un eco que perdura durante décadas. Es sabido que la barbarie y los sufrimientos del pasado dejan su huella en generaciones posteriores.

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Un momento para respirar (28) El doctor Vargas y Míster Llosa

Fotografía de archivo, tomada en 2007, del escritor peruano Mario Vargas Llosa, en Madrid. EMILIO NARANJO/EFE

15 de abril

Ha muerto Vargas Llosa. Es uno de los autores que mejor ejemplifican la idea de que el escritor, mientras escribe, es más inteligente que la persona que es cuando no lo hace. Todos nos manejamos en el mundo con un juego de opiniones de relativa tosquedad. Cuando opinamos, solemos acudir a ideas ya hechas, repetidas, con frecuencia poco contrastadas, que hemos ido elaborando con el tiempo sin volver a pensarlas. Rara vez nos detenemos de verdad a poner a prueba nuestros argumentos. Vargas Llosa, en sus artículos de opinión, me daba la impresión de alguien que dejó de pensar hace mucho y se limita a repetir lo mismo sin tomarse la molestia de montar un discurso sólido. La simpleza frecuente del neoliberalismo de Vargas Llosa expresada una y otra vez en sus artículos, que solo se tienen en pie si estás previamente de acuerdo con él –como si no se dirigiese más que a correligionarios– parece incompatible con la complejidad de sus novelas –complejidad tanto moral como ideológica–, que se mueven en un mundo más sutil.

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Un momento para respirar (26) Un replicante nos ha vendido una hipoteca

Daryl Hannah y Rutger Hauer, replicantes en la película ‘Blade Runner’. © WARNER BROS

23 de marzo

Esta mañana voy por la orilla de la ría desde Santurce a la acería de Sestao. De camino me cruzo con un hombre que se parece a cierto escritor con quien tuve más trato hace años que ahora. Por asociación, pienso en cómo la arrogancia nos vuelve a todos un poco idiotas: porque nos quita la curiosidad hacia quien piensa diferente y reduce nuestra capacidad de autocrítica.

Nunca me creo a los escritores, o artistas en general, que dicen: yo soy mi crítico más severo. Solo sería cierto en alguien con la autoestima por los suelos, pero entonces no acabaría un libro, tarea que exige un mínimo de confianza en el valor de la propia creación. Me acuerdo ahora de aquel escritor que me dijo: «He escrito un libro de 9… Bueno, a decir verdad, de 10; digo de 9 porque tiendo a ser demasiado exigente conmigo mismo».

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Un momento para respirar (25) Ciudadanos a las armas

El secretario general de la OTAN, Mark Rutte, y la Presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen. Christophe Licoppe/European Union

16 de marzo

Iria, Yoli y Carol se acercan a nosotros después de la presentación de nuestra novela para que le firmemos sus libros. Iria y Yoli hace años que vienen a todas nuestras presentaciones, primero a las de Edurne y después comenzaron a venir a las mías. Se acercan siempre entre risueñas y tímidas. No sé cuándo se sumó Carol a ellas dos. Se alegran cuando les decimos que iremos a presentar el libro a Vino a por Letras, en Getafe, que resulta ser la librería que frecuentan. Quizá ni siquiera saben lo que significa para nosotros el apoyo y el entusiasmo de lectoras como ellas. Y no me refiero a que las necesitamos para vender nuestros libros, sino a que nos dan la sensación de que nuestro trabajo es importante para otras personas.

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Un momento para respirar (24) Abuelas sumisas y abuelas guerreras

Arte urbano en una calle de Madrid/Jacinto Andreu

1 de marzo

Leo que entre los votantes de Vox se da el mayor porcentaje de personas que nunca ha tenido pareja (6,7%). Y me pregunto: ¿no tienen pareja porque son de Vox o son de Vox porque no tienen pareja? Es decir, ¿tienen dificultades para encontrar quien les quiera porque son gente sin corazón que votan a un partido xenófobo, misógino y rancio, o se vuelven rencorosos y amargados porque nadie les quiere y comienzan a votar a Vox?

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Un momento para respirar (23) El amor en tiempos de la cólera

22 de febrero de 2025

El líder del M23 ha afirmado que van a «por la liberación total del pueblo congoleño.” Mientras tanto asesinan a centenares de congoleños, violan a mujeres, las esclavizan, reclutan niños a la fuerza… Una parodia sangrienta de la escena de ¡Marte ataca! en la que los marcianos van diciendo «no huyáis, somos vuestros amigos» al mismo tiempo que matan a todo el que se cruza en su camino.

Europa se escandaliza por tantas cosas, pero qué poco se escandaliza por lo que sucede en África Central.

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