
Adrien Brody y Felicity Jones en una escena de ‘The Brutalist’. UNIVERSAL PICTURES
2 de febrero
Leyendo Tierras de sangre, de Timothy Snyder. Aunque ya conocía la hambruna en la Unión Soviética, y en particular en Ucrania, desatada en buena medida por la política de colectivización forzosa lanzada por Stalin a inicios de los años treinta, y aunque sabía de la escala colosal de la catástrofe (millones de muertos), no tenía tan claro que los dirigentes soviéticos no se hubiesen visto sorprendidos por ella, sino que conocían qué estaba pasando e incluso lo consideraban deseable. Quizá no el primer año, pero sí los siguientes y, en lugar de corregir y dar marcha atrás, salvo en un breve lapso, endurecieron su política y la combinaron con una represión masiva.
No es solo que la industrialización a marchas forzadas exigiese el sacrificio de las zonas rurales, con la exportación de cuyo cereal se obtenían las divisas para importar maquinaria para la industria. Es que se veía a los campesinos como un obstáculo para la construcción del socialismo;