Un cuento de regalo, celebrando los veinte años de El Cultural.

«Diez es un número perfecto. Es par. Nuestro sistema de cálculo se basa en ese número. Diez es la nota máxima, esa que nunca alcancé en la escuela: ni siquiera de niña me salían bien las cuentas. Diez son los dedos de las manos. O deberían serlo. Tuve un amigo que se apellidaba Seisdedos. Alguien me contó que ese apellido se debe a una anomalía que afecta a ciertas personas que, en efecto, nacen con seis dedos en cada mano. Alguien así no es un monstruo, es sólo una persona peculiar, te enseña la mano y dices: qué pasada, y cuentas una y otra vez por si es un truco. Yo podría imaginar que un hombre con seis dedos acariciase mi cuerpo desnudo, lo pienso y me da un escalofrío en el que se mezclan la extrañeza y el placer…»

https://elcultural.com/revista/letras/Simetrias/41647

2 comentarios en “Simetrías

  1. Me ha encantado tu relato, es inquietante. Plantea realidades más habituales de lo que puede parecer. Tengo pendiente leer tus novelas, algún cuento ya he leído, he visto en youtube varias charlas y coloquios tuyos, lo hize antes de acudir a Teruel por interés de los ponentes, no siempre tenemos tiempo de leer todo aquello que nos interesa o nos despierta curiosidad, a ti he llegado primero por tus palabras habladas que por las escritas, salvo por un sapo que es príncipe y viceversa, por eso en Teruel sufrí bastante con la asimetría en la que te encuadraron en el coloquio, pues casi resultó patológico el resultado, creo que mezclar enriquece, siempre y cuando se esté al mismo nivel de conversación y si todos los que participan tienen el afan de escuchar para comprender al otro o para plantearse nuevas preguntas, pero aquello resultó desigual, cojo, en fin creo que tu elegancia fue tremenda, una pena que no pudiéramos disfrutar un poco más de tu visión sobre el amor el desamor o la invención del mismo, bueno espero, ahora sí, disfrutarte por escrito. Buen día

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    • Hola, María José. Me alegro de que te haya gustado el relato.
      La verdad es que la de Teruel fue una situación muy incómoda. Yo había aceptado la invitación a participar en el encuentro, pero no descubrí hasta muy tarde quiénes iban a ser mis compañeros de mesa. Me pasó, creo, como a Javier Moscoso el primer día, que tuvo que intentar mantener un discurso sensato en medio de tanto grito. Me resultó muy difícil, pero al final tienes que pensar en el público y darle lo que te sea posible, incluso en condiciones tan poco propicias para un diálogo. Te confieso, sin embargo, que durante los primeros diez minutos estuve tentado de levantarme e irme de allí.
      Espero que si te acercas a mis novelas no te decepcionen. Un abrazo. José

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