videoconferenciaTerminando de preparar el taller sobre el futuro en la Escola Europea d’Humanitats. Artistas invitados: Bob Dylan, Leonard Cohen y Eskorbuto. (Llego a la conclusión de que no hay nada más apocalíptico que el punk).

Veo La batalla de Argel. En estos días de atentados recientes en Inglaterra y Holanda, en estos meses y años, en realidad, de miedo a atentados y de reacciones vergonzosas y criminales a dichos atentados, resulta una experiencia muy extraña ver esta película magistral. Una película sobre la actualidad que se refiere a sucesos de hace sesenta años. Una película que revela la tristeza de que no hemos aprendido nada. O, más bien, que no hay nada que aprender porque los conflictos son tan profundos que sólo remiten a emociones, no a intentos de comprensión.

argel

Al final, se cancela el taller y sólo doy la conferencia en la Escola: El presente es el futuro del pasado. Creo que ha sido mi mejor conferencia desde la que pronuncié sobre le ética de la crueldad en Lehigh, hace ya varios años. Hasta la víspera tenía la impresión de que lo que había preparado no estaba bien, de que faltaba algo. Me parecía que me limitaba a presentar una serie de ideas deslavazadas sobre cómo a finales del siglo XIX se imaginaba el inicio del XXI. Luego, encontré un juego de conclusiones que imponían un orden a lo anterior. Como en las novelas, a veces el final es esencial, no como broche, sino como momento que hace que todas las páginas previas cobren un sentido nuevo o más amplio. De pronto entiendo la relación que tenía mi discurso conmigo mismo, con nosotros, esto es, con el mundo en el que vivo.

Y como sucedió con La ética de la crueldad, tengo la impresión que de esta conferencia puede salir un ensayo. Ya veremos si es verdad.

Hace años estuve a punto de comprar un piso en Barcelona. La burbuja inmobiliaria me salvó de aquella decisión equivocada. Pero me gusta pasar aquí unos días, salvo por la invasión de turistas, que por suerte en estas fechas aún es soportable.
Temo que en Madrid suceda lo mismo: que la ciudad producto sustituya a la ciudad habitación. Y que la proliferación de franquicias convierta viajar en una especie de día de la marmota. En realidad, cada vez más, las ciudades son en sí mismas franquicias.

Acabamos de hacer todas las reservas de hoteles y aviones para el viaje a Colombia, y justo entonces me escribe H. A. con las fechas en las que va a estar en Medellín. Sólo coincidimos la primera noche, cuando llegaremos de Madrid. Pero intentaremos aprovechar ese rato para verle.

A mis años todavía no he averiguado si soy un hombre demasiado paciente o demasiado impaciente.

 

 

2 comentarios en “Barcelona, La batalla de Argel, la impaciencia

  1. José, tu diario a veces me deja eco alguna de tus reflexiones, o de «tu hablar solo» (definición de mi madre de lo que un diario), en este, el título de tu conferencia, y tu último pensamiento ¿lo dudas?

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    • Hola, Feli: pues sí, sí que lo dudo. A veces me doy cuenta de que mi impaciencia agobia a otros, y a mí mismo, y otras tengo la impresión de que espero o aguanto demasiado. Pero no hay que darle más vueltas. Es una de esas pequeñas dudas que le surgen a uno en el día a día y que te pasarían desapercibidas si no te parases un momento a anotarlas. Saludos. José

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